La evolución de la literatura de Vanguardias en España y la Generación del 27.
Una de las referencias que contribuyen a entender la trayectoria de la Generación del 27 es su
vinculación con el arte la Vanguardia. Esta vinculación también se produce por otras vías simultáneas,
de las que destacaremos tres por su relevancia. Primero el magisterio de Juan Ramón Jiménez, que se
encuentra en su fase denominada de poesía pura. Esta forma de creación lírica procedía de los poetas
simbolistas franceses Mallarmé, Baudelaire y Valéry, el cual se refiere a la creación poética como
basada en la musicalidad y sugestión mágica del lenguaje.
La poesía pura pretende despojar al poema de todo lo anecdótico y sentimental, reduciendo la
expresión a lo que se considera estrictamente artístico. La poesía es una experiencia inefable, un
estado – análogo al de los místicos – en que el poeta se esfuerza por transferir o plasmar en el poema a
través de los ritmos, imágenes e ideas. Al acercarse a un poema habría que trascender su sentido
inmediato, derivado del contenido de ideas y sensaciones (lo impuro) para acceder al sentido profundo
(la poesía pura), reflejo de aquella experiencia. Neruda tildará esta poesía de elitista y falta de
compromiso, es decir, alejada de la realidad social.
En palabras de Jorge Guillén -el poeta de la Generación del 27 más fiel a este ideal-, “pura es
igual a simple, químicamente». El resultado es una expresión sintética y fría, acorde con las ideas que
recoge Ortega y Gasset en La deshumanización del arte. Precisamente, Ortega y Gasset fue otro de
los intelectuales de referencia para la promoción de artistas de vanguardia.
Y por fin la tercera referencia es la figura de Ramón Gómez de la Serna (1888-1963), uno de los
introductores del arte de Vanguardia en nuestro, un activista infatigable cuya propia y obra es una
ruptura contra las convenciones, encarnando el espíritu del momento.
A partir de 1930 se va a ir produciendo un agotamiento de esta efervescencia vanguardista. Los
escritores asumen un nuevo cambio de rumbo centrado en el compromiso de la Literatura con la
situación social del ser humano y la acción política, que coincidirá con la llegada del Surrealismo a
España. En esta línea más comprometida, el arte de finalidad puramente esteticista propio de la
primera Vanguardia va dejando paso a otro de contenido social y crítico, más centrado en la realidad
social. En España este proceso coincide con los años inmediatamente anteriores a la Guerra Civil y
está protagonizado por los escritores de la Generación del 27 -la generación de Lorca- que van a
seguir la estela del poeta chileno Pablo Neruda, como veremos. Sin embargo, se producirá produce cierta crisis en los ideales de pureza y clasicismo, y aun de la estridencia del arte de la Vanguardia y prospera una paulatina rehumanización de la poesía.
Principales movimientos de Vanguardia europeos y sus repercusiones en España
Por su proliferación y dinamismo, resulta una tarea casi inútil elaborar un inventario completo de
todos los Ismos, algunos tan efímeros que apenas tuvieron relevancia. Con un criterio riguroso sólo
podría hablarse de Ultraísmo, Cubismo y Surrealismo en España, dado que fueron los únicos
movimientos con seguidores, dignos de mención. Destacamos los movimientos de Vanguardia
siguientes:
Futurismo
Como hemos mencionado, un hecho representativo de las Vanguardias es la aparición de textos
programáticos en los que los artistas elaboraban su declaración de intenciones estéticas; el primero
que hizo su aparición fue el manifiesto del Futurismo, del poeta italiano Filippo Tomasso Marinetti
(1876-1944) que acabamos de reproducir. En él presentaba su rebelión frente al pasado artístico y los
academicismos y su devoción por el mundo moderno y el progreso, por las máquinas, la velocidad y el
deporte. Es célebre su sentencia: «Un automóvil de carreras a toda velocidad es más bello que la
Victoria de Samotracia»; también el amor a la energía y, lo que resulta más inquietante: a la violencia e
incluso a la guerra, animando a los jóvenes a «vivir peligrosamente».
El Futurismo despreciaba el amor, la sentimentalidad y proclamaba con vehemencia el repudio
del pasado. En cuanto a la Literatura, también abogaba por la ruptura con las normas gramaticales
(«Es preciso destruir la sintaxis, disponiendo los sustantivos al azar de su nacimiento»); se recurría a
onomatopeyas y se reemplazaban los signos ortográficos por otros matemáticos o musicales; recursos
todos que acercaban a la «palabra en libertad» y hacían del poema un objeto «deshumanizado». El
Futurismo produjo un fuerte impacto internacional, un nuevo estímulo, con una renovación de temas en
el arte y la literatura que pueden apreciarse en obras como la Oda a Platko de Alberti o Underwood
girls y 35 bujías de Pedro Salinas.
Hélices (1923), poemario de Guillermo de Torre, contiene poemas como este Aviograma:
Cubismo
Cronológicamente, fue el primer Ismo, ya que en 1906 aparecen como antecedentes las
primeras telas de Picasso y Bracque que pueden considerarse cubistas, tales como Las señoritas
d’Aviñó. Nace centrado especialmente en la pintura y en la Literatura su máximo representante fue el
francés Guillaume Apollinaire, para quien la creación artística es el resultado de la interpretación que
de la realidad lleva a cabo el autor. Esa realidad es cambiante y polifacética y por ello debe ser
recreada con perspectivas simultáneas mediante líneas, planos, formas y volúmenes geométricos. Es
por tanto un arte no humano, abstracto, geométrico y más cerebral que sensual; al no imitar la realidad,
la consecuencia es que el parecido con el objeto representado ya no tiene tanta importancia y el tema
de la obra se convierte en irrelevante. En suma, el poeta y el artista han de renovar la apariencia que
tiene la realidad ante los ojos de quien observa.
Apollinaire, inauguró el Cubismo literario con sus Caligramas, poemas visuales en los que la
linealidad del verso desaparece en favor de una tipografía que evoca el objeto mencionado y que tiene
su referencia en la pintura. Esta especie de pictogramas fueron el arranque de una poesía
experimental que marcó gran parte de la literatura vanguardista, al ser poemas para la lectura e incluso
para la contemplación, no para ser escuchados. Su huella será importante al incidir en la significación
de la disposición tipográfica de los versos en la página que ya puede apreciarse en los poetas del 27.
Los rasgos del cubismo literario se manifestaron también a través del collage (percepciones,
recuerdos y conversaciones, presentados de manera simultánea, superpuesta). Todo ello, en suma, es
lo que llevaría a mezclar percepciones estáticas y dinámicas, acústicas y ópticas, y fundir lo objetivo y
lo subjetivo.
Dadaísmo
En Zurich, durante la I Guerra Mundial, un grupo de artistas encabezados por el escritor rumano
Tristan Tzara, iniciaron una serie de happenings en un bar, el Cabaret Voltaire, con la intención de
”rociar con lejía y burla la hipocresía dominante». Tzara explicó en 1950 que para comprender el
dadaísmo hay que imaginar la situación de unos jóvenes «prisioneros en Suiza» (aislados en un país
neutral en una Europa en guerra), dominados por el rechazo hacia toda forma de civilización moderna,
incluido el propio lenguaje.
Además del nombre de una revista irreverente, Dadá pretendía ser una tendencia diferente, no
conformar un movimiento más, pues los dadaístas querían acabar con el arte en sí y la noción misma
de Literatura. Representaron la negación absoluta, por lo que su nihilismo acabaría irremediablemente
en un callejón sin salida: negando todo no podían llegar a establecer nada. Su mismo nombre carecía
de significado, un balbuceo infantil: «Encontré la palabra dadá en el diccionario Larousse», confesaría
Tzara. En todo caso, de esta primera explicación surgió uno de sus puntos básicos: el azar utilizado
como elemento creativo y esgrimido contra la lógica, iniciando así una protesta poética y artística
dirigida contra todo. A partir de ahí surgirían los célebres happennings, con los que pretendían
escandalizar. El Manifiesto Dadá se expresaba en estos términos:
Protesta con los puños de nuestro ser: Dadá: Abolición de la lógica, danza de los
impotentes para crear: Dadá: Chillidos de los colores crispados, entrelazamiento de las
contradicciones grotescas y de las inconsecuencias: La Vida.
Como es propio de los movimientos vanguardistas, los dadaístas no tuvieron continuidad y en
1920 disolverían su movimiento, integrándose sus miembros en el Surrealismo. Un buen ejemplo de
texto Dadá este célebre poema-receta de Tzara
Ultraismo y Creacionismo
El nombre del primero procede del deseo de «ir más allá» del arte de la Vanguardia. Se propugnó
con cierta repercusión desde las revistas Tableros, Vltra, y Grecia, tomando aspectos del Futurismo y
el Cubismo principalmente. Tanto Creacionismo como Vltraísmo (con ‘v’ inicial) fueron a menudo
englobados en lo que se llamó Movimiento Ultra. En 1923 su valedor, Guillermo de Torre declaró
extinguido el movimiento.
Creacionistas como el chileno Vicente Huidobro y el francés Pierre Reverdy, padres del
movimiento, que contó con su revista propia: Nord-Sud, concibieron el poema como una creación que
representara un hecho nuevo, ajeno al mundo exterior, con el planteamiento de: «crear realidades en
un mundo nuestro, en un mundo que espera su fauna y su flora propias». De este modo el arte sería
entendido como un hecho «creacionista», como muestra el poema de Pedro Salinas:
Al chileno Vicente Huidobro pertenecen este célebre poema creacionista:
Los principios creacionistas eran los siguientes: reducción de la lírica a su elemento primordial: la metáfora y la imagen; abolición de la ornamentación con la supresión de nexos y adjetivos inútiles; “el confesionalismo, las prédicas y la nebulosidad rebuscada”. El resultado quedó recogido sobre todo en poemas publicados en revistas de vida efímera y en libros como Imagen (1922) y Manual de
espumas (1924), de Gerardo Diego.
Surrealismo
Un movimiento trascendental por su influencia, que se ha mantenido vigente desde su origen;
constituye una asimilación de los precedentes vanguardistas, cuyos movimientos habían ido surgiendo
y desapareciendo abruptamente. No se trata de un movimiento que se limite al arte, sino que a través
de una revolución integral se propone la liberación del ser humano, adentrándose en los profundos
campos de la conciencia y el pensamiento. Para ello parte de los planteamientos psicoanalíticos de
Sigmund Freud y el análisis de la sociedad de Karl Marx. El hombre, viene a decir, tiene reprimidos
todos los impulsos de su subconsciente debido a todas las convenciones morales impuestas por la
sociedad burguesa y materialista; por tanto hay que dejar que la personalidad auténtica se desarrolle
libremente quitándose la mordaza de sus tabúes sociales. Dado que la razón no es más que una
atadura proveniente de la ley social, el artista deberá crear según el dictado de su subconsciente, sin la
vigilancia impuesta por el criterio racional.
Por eso alcanzaron importancia nuevas técnicas literarias como la escritura automática, las
asociaciones libres de ideas, las imágenes oníricas -es decir, provenientes de los sueños, donde el
subconsciente está liberado-, collages que suponen, por ejemplo, recortar y unir sin motivación
fragmentos de discurso o el célebre juego denominado cadáver exquisito… La expresión del
surrealismo no se dirige a la razón sino al subconsciente, si bien, por su alto poder connotativo, el
lector percibe las emociones que la razón tenía anuladas. Se pasa de la deshumanización a reivindicar
lo más oscuro y escondido de lo humano: por eso se dice que el surrealismo supone una
rehumanización de las vanguardias.
En España el Surrealismo se conoció pronto a través de diferentes vías de acceso: André
Breton, considerado su mentor, dio una conferencia en Barcelona y su Manifiesto de 1924 se tradujo
enseguida en la Revista de Occidente, dirigida por Ortega y Gasset. Otro escritor surrealista de
referencia, Louis Aragon, visitó la Residencia de Estudiantes de Madrid, a cuyas conferencias acudía la
intelectualidad madrileña; allí residían, entre otros, Lorca, Luis Buñuel y Salvador Dalí, sobre los que
influyó poderosamente; el poeta Juan Larrea conoció de primera mano el Surrealismo en París, donde
vivía, y lo dio a conocer a otros poetas; en la revista malagueña Litoral, de Emilio Prados y Manuel
Altolaguirre, se le dedicaron artículos que mostraban un creciente interés por este movimiento.
Aunque el Surrealismo español no fue tan extremado en sus planteamientos como el francés en
su automatismo psíquico, aunque en algunas obras se liberó a la poesía de toda lógica denotativa
como demuestran las obras cumbre del Surrealismo poético, ligadas a autores del 27, sobre los que
ejerció una influencia notable: Sobre los ángeles (1929), de Rafael Alberti, Poeta en Nueva York
(1930), de Federico García Lorca, Los placeres prohibidos (1931), de Luis Cernuda y La destrucción o
el amor (1933), de Vicente Aleixandre.
Por lo demás, el Surrealismo poseía un fondo humanista que lo alejaba del concepto de la
poesía pura y esta rehumanización de la creación poética coincidió con la influencia de Pablo Neruda y
su revista Caballo verde para la poesía, donde se propugnaba el regreso de la ‘poesía impura’, anclada
en la realidad. Conviene recordar que el Surrealismo llegó a España en los difíciles tiempos en que el Estado pasó de ser una monarquía gobernada por una dictadura militar a convertirse en una república
democrática. Las tensiones que en estos años ocuparon a los españoles tuvieron un reflejo en la
poesía del 27, que manifiesta una clara preocupación social y política; de hecho, algunos militaron en
partidos de izquierda y cuando estalló la Guerra Civil la mayoría de ellos se mostró abiertamente
partidario de la República.
EL GRUPO POÉTICO DEL 27
Se denomina Generación del 27 a un grupo de poetas y escritores españoles que comenzaron a brillar dentro del panorama literario a partir de 1920. La denoinación se asignó a partir del homenaje que algunos de sus miembros rindieron a Luis de Góngora en Sevilla para el tercer centenario de su muerte en diciembre de 1927.
Este grupo de poetas fue capaz de asimilar la tradición literaria e integrarla con los movimientos de vanguardia vigentes en aquella época. Pese a sus diferencias literarias, estos poetas mostraban inquietudes y gustos estéticos afines, también tenían una estrecha relación de amistad.
Los autores que tradicionalmente se asocian a esta generación son: Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, Emilio Prados, Rafael Alberti, Luis Cernuda y Manuel Altolaguirre. Aunque el grupo puede ser más extenso.
La Generación del 27 surge en un contexto de continuos cambios sociales y políticos. En pocos años se dieron acontecimientos muy dispares en el país. Primero, la dictadura de Primo de Rivera, entre 1923 y 1930. Seguidamente, la instauración de la Segunda República Española en 1931. Por último, el estallido de la Guerra Civil Española en 1936, que supuso el deceso y exilio de algunos escritores de esta generación.
Entre 1918 y 1936, la literatura española conoce un momento de esplendor. De entre los muchos escritores que publican durante estos años destacó un grupo de escritores en los que, se advierten desde pronto unas inquietudes y unos gustos estéticos comunes. Se trata del “grupo poético o generación del 27”.
Como grupo, incluye autores cuyo nacimiento se sitúa en un lapso de tiempo que no rebasa los 15 años. La mayoría posee una sólida formación universitaria, y vinculación con las revistas literarias: La Gaceta Literaria, Cruz y Raya, Revista de Occidente, Litoral, Caballo Verde para la Poesía, Carmen , Gallo…; pero no tienen un guía claro, ni tampoco un lenguaje generacional ( si bien todos ejercieron estéticas de vanguardia, no renunciaron a la tradición literaria culta del Siglo de Oro o el neopopularismo).
Aún así, y pese a su eclecticismo, destaca un ideal de perfección formal, capaz de extraer del lenguaje todas sus posibilidades expresivas, que es común a todos. Como decía Lorca:
“Si es verdad que soy poeta por la gracia de Dios- o del demonio-también lo es por la gracia de la técnica y del esfuerzo y de darme cuenta en absoluto de lo que es un poema”.
Por otra parte, la fecha que les da nombre, 1927, significa su acontecimiento generacional: el tercer centenario de la muerte de Luis de Góngora en el Ateneo de Sevilla. Aunque haya que precisar que
que estos poetas nunca imitaron a Góngora. Se limitaron a reivindicar la figura de un poeta que había culminado la línea de renovación formal iniciada por Garcilaso frente el menosprecio de las instituciones oficiales, sobre todo de la RAE.
Y es que debemos señalar que como grupo no se levantaron contra generaciones anteriores; muy por el contrario constituyen una generación «cumulativa» que asume los logros de las anteriores. Y es que todas estas generaciones – 98, 14 y 27-, las que forman la llamada Edad de Plata de la literatura española, reaccionaban en el fondo contra una sola: la decimonónica, identificada con la falsía del turnismo de partidos y de la Restauración monárquica, contra las que se levantó también el Krausismo, la Institución Libre de Enseñanza y el Regeneracionismo, corrientes de las que se sienten herederos. Al respecto dirá Aleixandre: “nuestra generación no fue una generación parricida; ha querido continuar la tradición, no romperla”.
En cuanto a si existieron relaciones personales entre ellos, las hubo, incluso de profunda amistad al menos entre los que residieron en la misma zona y frecuentaron lugares como la Residencia de Estudiantes, donde entraron en contacto con las vanguardias artísticas y científicas, y el Centro de Estudios Históricos, donde asimilaron las tradiciones culturales hispánicas, así como en las redacciones de revistas como entre otras, lo cual les hace tener una conciencia colectiva unida por experiencias comunes y propias definidas al cabo por la positiva de la República y las negativas de la Guerra Civil y los exilios exterior e interior.
En consecuencia la crítica afirma que se trata de un «grupo generacional», una «constelación» o «promoción» de autores, pese a lo cual ha terminado admitiéndose la designación de Generación del 27, pese a existir otras propuestas como: Generación Guillén-Lorca; Generación de 1925 (media aritmética de la fecha de publicación del primer libro de cada autor); Generación de las Vanguardias; Generación de la amistad; Generación de la Dictadura; Generación de la República
GENERACIÓN DEL 27
COMPONENTES DE LA GENERACIÓN
Dentro de este grupo de literatos podemos destacar a los siguientes poetas: Jorge Guillén, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Pedro Salinas, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre, Juan José Domenchina y Emilio Prados; aunque también se incluye a Miguel Hernández, como epígono, León Felipe, o novelistas, ensayistas y dramaturgos como Max Aub, Fernando Villalón, José Moreno Villa…
Por demás, habría que tener en cuenta a los autores olvidados por la crítica, como ocurre con la mayoría de las doce mujeres de este grupo, y conocidas generalmente como «Las sinsombrero»: Concha Méndez-Cuesta, poeta y escritora de teatro; María Teresa León, escritora; Ernestina de Champourcín, poeta; Rosa Chacel, poeta, novelista, ensayista, traductora…; Josefina de la Torre, poeta, novelista, cantante lírica y actriz; María Zambrano, filósofa y ensayista; Luisa Carnés, narradora social y feminista, y las artistas Margarita Gil Roësset, Margarita Manso, Maruja Mallo y Ángeles Santos, a las que hay que añadir a Remedios Varo. A continuación te enlazamos un documental fundamental para conocer a todas estas mujeres:
Por otra parte, hay que incluir también a otros artistas cuya trayectoria es más o menos afín o muy relacionada con la de los autores del 27, Alejandro Casona o Juan Gil-Albert. Y la la llamada «o’tra generación del 27’’, que está formada por los humoristas discípulos del vanguardista Gómez de la Serna: Enrique Jardiel Poncela, Edgar Neville, Miguel Mihura y Antonio de Lara, «Tono», integrantes tras la guerra de la redacción de La Codorniz.
A continuación enlazamos una presentación sobre el tema: La generación del 27
Principales autores de la Generación del 27
Pedro Salinas (1892-1951)
El escritor y poeta madrileño fue el más longevo de la generación del 27. Popularmente conocido como “el poeta del amor”, en su producción poética se pueden diferenciar tres etapas.
En la primera etapa (1923-1932), Salinas encuentra una gran inspiración en Juan Ramón Jiménez y la poesía pura, la cual aúna con el vanguardismo. De este periodo destacan obras como Presagios (1923), Seguro azar (1929) y Fábula y signo (1931).
Con obras como La voz a ti debida (1934), Razón de amor (1936) y Largo lamento (1939) Salinas inicia su segunda etapa (1931-1939), donde profundiza en experiencias amorosas.
Para el poeta, el amor es lo que da sentido al mundo:
Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos,
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
La tercera etapa (1939-1951) está marcada por el exilio del poeta. En ella destacan: El contemplado (1946), Todo más claro (1946) y Confianza (1955). Es un período donde predomina el compromiso del autor con la realidad y refleja su descontento en poemas como Cero, de Todo más claro, sobre la amenaza de la bomba atómica.
Jorge Guillén (1893-1984)
Este escritor de Valladolid compaginó su carrera como profesor con su obra poética, Clamor, Final y Cántico (1928), su ejemplar más destacado que cuenta con cuatro versiones.
En su trabajo se pueden distinguir dos etapas. Por un lado, la primera etapa, antes de la guerra Guillén mantiene, a diferencia del resto de autores de esta generación, una visión optimista de la vida y del mundo. Toda su obra se recoge en Cántico (1928), que cuenta con ediciones posteriores.
En su segundo periodo, tras la guerra, Guillén desde el exilio cambia su forma de ver el mundo. Pasa a tener una visión menos optimista para dar testimonio al dolor y las injusticias. Destaca la obra Clamor publicada en tres partes: Maremagnum (1957), Que van a dar en la mar (1960) y A la altura de las circunstancias (1963).
En este fragmento del poema llamado Historia extraordinaria que escribió sobre el bombardeo de Rotterdam durante la Segunda Guerra Mundial es uno de los más representativo de esta etapa:
Y bajo los diluvios demoníacos,
Reiterada la furia
Con método,
Fue conseguida —casi—
La destrucción total.
Y cayeron minutos, meses, años.
Y no credo entre ruinas
El amarillo jaramago solo,
Amarillo de tiempo,
De un tiempo hueco a solas.
Se elevaron los días, las semanas.
Y vertical, novel,
Surgid el nombre de siempre.
Ya Rotterdam es Rotterdam.
¡Salud!(…)
Gerardo Diego (1896-1987)
Gerardo Diego fue poeta y profesor originario de Santander con una vasta obra poética, la cual es difícil clasificar por etapas.
En cambio, se puede destacar que en su obra coexisten dos tendencias. Por un lado, la vanguardista, que integra el ultraísmo y el creacionismo, donde destacan Imagen (1922) y Manual de espumas (1924). El autor expresó así su concepto de poesía cracionista: “Creer lo que no vimos dicen es la Fe; crear lo que nunca veremos, esto es la Poesía”. Vemos aquí un poema puramente creacionista de su poemario Imagen:
Por otro lado, la de tipo tradicional, en la que destaca la métrica clasicista como el romance, la décima o el soneto. De esta tendencia destacan títulos como Soria (1923), Versos humanos (1925) y Alondra de verdad (1941).
Asimismo, su obra destaca por la variedad temática: paisaje, religión, tauromaquia, la música. Apenas alude a temas sociales o políticos, salvo en su obra Odas morales (1966).
Dámaso Alonso (1898-1990)
Profesor, investigador, crítico y poeta madrileño cuya obra poética presenta dos etapas. La primera etapa, destacada por poesía pura y tiene como influencias a Machado y Juan Ramón Jiménez. De este periodo predomina su obra Poemas puros, poemillas de la ciudad (1924). De la cual sobresalen sonetos como este, con el que prescinde de ornamentos y se aferra a la sencillez :
¿Cómo era?
La puerta, franca.
Vino queda y suave.
Ni materia ni espíritu. Traía
y una luz matinal del claro día.
No era de ritmo, no era de armonía
ni de color. El corazón la sabe,
pero decir cómo era no podría
Porque no es forma, ni en la forma cabe.
Lengua, barro mortal, cincel inepto,
deja la flor intacta del concepto
en esta clara noche de mi boda.
Y canta mansamente, humildemente,
la sensación, la sombra, el accidente,
mientras Ella me llena el alma toda.
La segunda etapa, influida por el contexto social de posguerra, destaca por una de sus obras más importantes e influyentes Hijos de la ira (1944). Aunque este poemario, de toques bíblicos y existencialistas, se podría decir que forma parte de lo que el propio Dámaso Alonso definió como poesía desarraigada, en la que también se incluye como poeta.
Federico García Lorca (1898-1936)
Poeta y dramaturgo granadino, Federico García Lorca es uno de los mayores exponentes de esta generación. Fue uno de los poetas y escritores españoles más notables del siglo XX. En su obra poética destacan dos etapas:
En primera etapa predomina la mezcla de lo tradicional y popular, donde están presente las influencias de Juan Ramón Jiménez, Rubén Darío o Góngora. Es evidente en esta etapa la visión trágica del amor y la muerte, también su inclinación hacia grupos marginados, para transmitir la injusticia y frustración. En esta etapa destacan: Canciones (1927) y Romancero Gitano (1928).
En la segunda etapa rompe con lo tradicional para embarcarse en el surrealismo, aunque mantiene su solidaridad hacia los marginados, bien sean raciales o sexuales.
De este periodo destaca Poeta en Nueva York (1940), su obra más universal, originada por una profunda crisis personal. De ella destaca el uso del verso libre, elaboradas metáforas, imágenes y rimas que, en realidad, utiliza para aludir a un paisaje urbano lleno de contradicciones que aprisiona al ser humano.
Esto puede apreciarse en este fragmento de este poema surrealista titulado La Aurora:
La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre aristas
nardos de angustia dibujada (…)
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Vicente Aleixandre (1898-1984)
Vicente Aleixandre, originario de Sevilla, fue un poeta ganador del Premio Nobel en 1977. Para Aleixandre “la poesía no es cuestión de fealdad o hermosura, sino de madurez o comunicación”. De su obra poética se pueden distinguir tres etapas.
La primera etapa destaca por el pesimismo, con una concepción penosa del hombre, cuyo deseo es volver a la tierra y fundirse con la naturaleza. El hombre es dolor y angustia.
Destacan obras como Pasión de la tierra (1935), con poemas en prosa en el que se acerca al surrealismo, Espadas como labios (1932) y La destrucción o el amor (1934), cuyo tema principal es el amor que conduce al dolor o a la muerte.
Esto queda reflejado en poemas como Después del amor:
Tendida tú aquí, en la penumbra del cuarto,
como el silencio que queda después del amor,
yo asciendo levemente desde el fondo de mi reposo
hasta tus bordes, tenues, apagados, que dulces existen.
Y con mi mano repaso las lindes delicadas de tu vivir
retraído (…)
En el segundo período Aleixandre abandona la corriente surrealista. Con su obra Historia del corazón (1954), la Naturaleza deja de ser protagonista del poema, ahora es el hombre. También deja atrás el pesimismo de la etapa anterior.
A la tercera etapa corresponden obras como Poemas de la consumación (1968) y Diálogos del conocimiento (1974), donde el poeta explora la vejez desde la melancolía. En este periodo reflexiona sobre la condición humana.
Emilio Prados (1899-1962)
Emilio Prados fue un poeta malagueño con una copiosa producción poética, la cual puede dividirse en tres etapas.
En la primera etapa se encuentran libros como Tiempo (1925), Canciones del farero (1926), Vuelta (1927), Misterio del agua (1927) y Cuerpo perseguido (1928), los cuales destacan por la influencia de Juan Ramón Jiménez y el neopopularismo andaluz. En este primer periodo destaca su postura impasible y contemplativa. En sus versos el poeta busca la disolución de su propio cuerpo y la naturaleza.
El segundo periodo de la obra poética de Prados da un vuelco hacia la poesía social y política. En esta etapa se evidencia el surrealismo, no solo en los recursos técnicos, sino también por el compromiso social.
El trabajo de esta etapa está en tres libros: El llanto subterráneo (1936), Llanto en la Sangre (1937), Cancionero menor para combatientes (1938).
La tercera etapa coincide con su exilio en México. En ella destaca la poesía de gran intensidad emotiva, movida por una crisis existencial de Prados. En ella podemos destacar libros como: Jardín cerrado (1940), Memoria del olvido (1946), Antología (1954) o Río natural (1957). En este fragmento del poema La muerte y el jardín se puede apreciar las características de este periodo:
Abandoné la forma de mi cuerpo;
la carne de mi hastío…
Por el fiel de mis ojos,
corté en dos la balanza
que me sostuvo en pie como hombre vivo.
Rafael Alberti (1902-1999)
Rafael Alberti fue un pintor y poeta gaditano. Junto con García Lorca, Alberti fue uno de los máximos representantes de la lírica andaluza del siglo XX. En su obra poética se pueden destacar tres etapas.
En la primera etapa destaca Marinero en tierra (1925), libro de poesía con el que se dio a conocer y en el que se perciben formas tradicionales y populares. Abundan temas como la nostalgia y añoranza hacia su tierra natal, en la que no reside.
De esta etapa también destacan La amante (1926) y El alba del alhelí (1927). En este fragmento de su poemario Marinero en tierra, aúna tradición, sencillez y añoranza:
Si mi voz muriera en tierra
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.
Llevadla al nivel del mar
y nombrada capitana
de un barco bajel de guerra (…)
Con la obra Cal y Canto (1927), motivado por una crisis espiritual, Alberti inicia un cambio de tendencia hacia el surrealismo. Sobre los ángeles (1928) es uno de sus libros más consagrados de su segunda etapa, donde predomina el uso de imágenes libres y el versículo.
La tercera etapa de Alberti se ve marcada por la República, la Guerra Civil y el exilio. En ella poeta vuelve a ahondar en la nostalgia de la tierra y también destaca la poesía política. De este periodo destacan: Sermones y moradas (1934), Entre el clavel y la espada (1941) o Coplas de Juan Panadero (1949).
Luis Cernuda (1902-1963)
Luis Cernuda fue poeta y profesor sevillano cuya obra poética se agrupa en dos etapas. En toda su obra predomina un pesimismo existencial.
En la primera etapa, hasta la guerra, destacan dos libros: Los placeres prohibidos (1931) y Donde habite el olvido (1934), en los que se puede apreciar la influencia del surrealismo.
En su segunda etapa, durante el exilio, aparecen temas como el destierro, la añoranza de la infancia, la soledad o la muerte. De este periodo destacan obras como Las nubes (1940) y Desolación de la quimera (1962). Este es el fragmento de un poema llamado Primavera vieja escrito durante el exilio:
(…)
A solas,
con la frente en la mano, un fantasma
que vuelve, llorarías pensando
cuán bella fue la vida y cuán inútil.
Manuel Altolaguirre (1905-1959)
Manuel Altolaguirre fue poeta, impresor y cineasta malagueño. Fue uno de los poetas más jóvenes de la Generación del 27 y en su obra poética se pueden distinguir dos etapas principales.
Por un lado, en la primera etapa, antes de la Guerra Civil, destacan Las islas invitadas (1926), Ejemplo (1927), Poesía (1931) y Soledades juntas (1931).
En la segunda etapa, durante el exilio, destacan obras como Nube temporal (1946), marcado por el trágico contexto social, Fin de un amor (1949) y Poemas de América (1955).
De este periodo predominan poemas con un tono espiritual y místico, como el siguiente fragmento del poema llamado Separación:
Mi soledad llevo dentro,
torre de ciegas ventanas.Cuando mis brazos extiendo
abro sus puertas de entrada
y doy camino alfombrado
al que quiera visitarla.Pintó el recuerdo los cuadros
que decoran sus estancias.
Allí mis pasadas dichas
con mi pena de hoy contrastan (…)
En sus creaciones puede distinguirse la influencia de Garcilaso de la Vega, Juan Ramón Jiménez o Pedro Salinas. En ellas predomina la musicalidad, los versos cortos y estrofas clásicas. También temáticas como el amor, la soledad y la muerte.
Características comunes
Síntesis de tradición y vanguardia
Este grupo de poetas, tal y como señalaba Dámaso Alonso “no se alza contra nada”. Se interesan no solo por la lírica popular y culta del pasado literario español, sino que también se abrieron a los movimientos vanguardistas que se estaban dando por Europa.
Se puede decir que sus predilecciones eran totalmente integradoras, desde lo tradicional a lo más actual en aquel momento, algunos autores prestan atención en las nuevas corrientes estéticas.
Influencias
Las influencias de este grupo fueron muy diversas desde el modernismo con Rubén Darío como referencia para algunos autores de esta generación, pasando por la poesía pura de Juan Ramón Jiménez, hasta las vanguardias.
También hacen una mirada retrospectiva hacia autores como Garcilaso de la Vega, San Juan de la Cruz, Bécquer y Luis de Góngora.
Rasgos estilísticos
Entre los rasgos estilísticos que adquieren importancia en los poetas de la generación del 27 son:
- Predominio de la metáfora y la imagen.
- Paulatino empleo del verso libre.
- Utilización de recursos como la sinestesia y el símbolo.
Temas comunes
Según Rocío Lineros Quinteros, existen cuatro motivos comunes que dominan en la poesía de estos escritores: la ciudad, la Naturaleza, el amor y el compromiso social.
- La ciudad, cuya visión evoluciona desde un tratamiento positivo, como un lugar de progreso, hasta una mirada negativa, a finales de los años 20, donde la ciudad es un sitio adverso para el hombre.
- Naturaleza. Los poetas aluden frecuentemente a jardines, el mar, la luna, incluso lugares de sus ciudades de origen.
- El amor visto como experiencia que da plenitud y sentido a la vida, pero también como una fuerza destructora que lleva a la frustración.
- El compromiso social se hace más evidente cuando comienza la guerra, a partir de 1936. Algunos autores exiliados reflejaron su compromiso social con creaciones de protesta y denuncia.
Rasgos generacionales
Los autores de la generación del 27 tienen una edad aproximada ya que la mayoría nace entre los años 1892 y 1902. La mayoría coinciden en la Residencia de Estudiantes de Madrid y reciben una formación intelectual semejante. Además, la mayoría de integrantes proceden de la burguesía acomodada y participan en revistas literarias como La Gaceta Literaria.
Acudieron al acontecimiento que los aunó como generación: homenaje por el tercer centenario de la muerte de Góngora en el año 1927.
Las Sinsombrero
Generalmente, al hacer referencia a la generación del 27 se suele pensar en un núcleo más o menos cerrado de autores masculinos. En cambio hubo un conjunto de pensadoras, poetas y artistas coetáneas que también pertenecieron a esta generación y contribuyeron en la modernización social y cultural, desarrollando su labor creativa. Estas fueron:
- Maruja Mallo (1902-1995): pintora
- Margarita Manso (1908-1960): pintora
- Ángeles Santos (1911-2013): pintora
- Margarita Gil Roësset (1908-1932): escultora, ilustradora y poeta
- María Zambrano (1904-1991): filósofa y ensayista
- María Teresa León (1903-1988): escritora
- Rosa Chacel (1898-1994): escritora
- Ernestina de Champourcin (1905-1999): poeta
- Concha Méndez (1898-1986): escritora, poeta y guionista
Características comunes
Síntesis de tradición y vanguardia
Este grupo de poetas, tal y como señalaba Dámaso Alonso “no se alza contra nada”. Se interesan no solo por la lírica popular y culta del pasado literario español, sino que también se abrieron a los movimientos vanguardistas que se estaban dando por Europa.
Se puede decir que sus predilecciones eran totalmente integradoras, desde lo tradicional a lo más actual en aquel momento, algunos autores prestan atención en las nuevas corrientes estéticas.
Influencias
Las influencias de este grupo fueron muy diversas desde el modernismo con Rubén Darío como referencia para algunos autores de esta generación, pasando por la poesía pura de Juan Ramón Jiménez, hasta las vanguardias.
También hacen una mirada retrospectiva hacia autores como Garcilaso de la Vega, San Juan de la Cruz, Bécquer y Luis de Góngora.
Rasgos estilísticos
Entre los rasgos estilísticos que adquieren importancia en los poetas de la generación del 27 son:
- Predominio de la metáfora y la imagen.
- Paulatino empleo del verso libre.
- Utilización de recursos como la sinestesia y el símbolo.
Temas comunes
Según Rocío Lineros Quinteros, existen cuatro motivos comunes que dominan en la poesía de estos escritores: la ciudad, la Naturaleza, el amor y el compromiso social.
- La ciudad, cuya visión evoluciona desde un tratamiento positivo, como un lugar de progreso, hasta una mirada negativa, a finales de los años 20, donde la ciudad es un sitio adverso para el hombre.
- Naturaleza. Los poetas aluden frecuentemente a jardines, el mar, la luna, incluso lugares de sus ciudades de origen.
- El amor visto como experiencia que da plenitud y sentido a la vida, pero también como una fuerza destructora que lleva a la frustración.
- El compromiso social se hace más evidente cuando comienza la guerra, a partir de 1936. Algunos autores exiliados reflejaron su compromiso social con creaciones de protesta y denuncia.
Referencias
Balló, T. (2016). Las sinsombrero: Sin ellas, la historia no está completa. Espasa.
Frutos, D. A. (2010). Breve historia de la Literatura española (1.a ed.). Ediciones Alejandría S.A.
Pardo, F. D. (2018). Breve historia de la generación del 27. Nowtilus.
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